U1.- Montessori - Decroly

 María Tecla Artemisia Montessori




El niño es el constructor del hombre, el objeto de la educación debe ser el desarrollo de las potencialidades humanas. La educación como ayuda al desarrollo de los poderes psíquicos innatos. Tienen una mente capaz de absorber conocimientos y el poder de instruirse a sí mismo. A los 3 años ya estableció cimientos de la personalidad humana, y necesita ayuda de la educación escolar. Si comparamos nuestra habilidad de adultos con la del niño, precisaríamos sesenta años de duro trabajo para conseguir lo que el niño ha logrado en sus primeros tres años. La función del maestro es preparar y disponer motivos de actividad cultural en un ambiente preparado. El hombre inicia su desarrollo mental a partir del nacimiento, y lo efectúa con la mayor intensidad en los primeros tres años de vida. La mente del estudiante puede sufrir daños a causa de métodos educativos defectuosos e inadecuados. La educación ya no debe basarse en un programa preestablecido, sino en el conocimiento de la vida humana, debe adaptarse a las necesidades inherentes. El niño más cuidado y asistido está destinado a crecer más fuerte, mentalmente más equilibrado y con un carácter más enérgico Los niños «se construyen a sí mismos» a partir de elementos del ambiente. Sus teorías se basaron en lo que observó a los pequeños hacer por su cuenta, sin la supervisión de adultos.

Jaume Trilla Bernet. (junio 2001). El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI. España: GRAO.

Ovide Decroly  

‘‘El error constante es querer en esta materia hacer algo definitivo e inmutable. La obra de la educación más que cualquier otra ha de ser ágil,

plástica, capaz de evolucionar’’. Es absurdo querer preparar para la vida social de mañana con procedimientos que convenían a la sociedad de ayer. El respeto por la actividad espontánea y formas naturales del comportamiento infantil = rechazo de los programas escolares tradicionales.
Plantea como alternativa la valoración y explotación del interés como único motor de cualquier aprendizaje. Lo que interesa del niño es la realidad inmediata. La vida natural y social es la educadora por excelencia. La escuela debe ser permeable y abierta, para que la vida se haga presente y los alumnos aprendan de la realidad tal como es, sin simplificaciones inútiles. El educador es orientador del aprendizaje, que no debe violentar la forma y el ritmo individual de aprender de cada niño. Los aspectos sociales en la educación, con la voluntad de hacer de la vida escolar una prolongación de la vida social, queda justificada si se concibe la educación social como un todo inseparable de la formación del individuo.

Jaume Trilla Bernet. (junio 2001). El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI. España: GRAO.

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