U2.- JOHN DEWEY

Dewey fue un intelectual de una fecundidad desconcertante, pues se mantuvo activo escribiendo hasta poco antes de su muerte, durante un periodo de setenta años, e influyó el curso de tres generaciones diferentes.

Dewey influyó  de una manera importante la teoría y la práctica educativas, en Estados Unidos y en otros países (incluyendo algunos tan lejanos y diferentes como Japón y China).
El pragmatismo es una filosofía  que emergió como una importante alternativa hasta la dominante filosofía alemana. Enfatiza la necesidad de combinar el enfoque activo centrado en las capacidades infantiles con el enfoque social del proceso educativo. Así, este pedagogo busca la conciliación de elementos que aparentemente son opuestos, pero que tienen en sí mismos algún grado de verdad o validez.
En este ambiente  Dewey vivió y acertó a expresar de forma magistral en sus obras; sin ser marxista ni revolucionario, se convirtió en un reformador social insatisfecho con la democracia de su tiempo; sin ser un positivista en toda regla, se hizo un defensor incansable de las virtudes de la ciencia contemporánea; sin ser un darwinista social, defendió la idea del cambio y del progreso, así como la necesidad de adaptación a las transformaciones sociales derivadas del desarrollo de la industria, del comercio y de las comunicaciones.
Lo que propone Dewey es la reconstrucción de las prácticas morales y sociales, y también de las creencias, mediante la aplicación de los métodos científicos y su conocimiento crítico. También en el ámbito de los problemas éticos, sociales y políticos es deseable, dice Dewey, la aplicación de las ciencias empíricas. 

La educación progresiva hemos de contraponerla a la concepción educativa tradicionalista, basada en el ejercicio de las facultades, en la disciplina moral y mental y en un método de instrucción autoritario. Dewey rechaza un conjunto de doctrinas pedagógicas de variado signo: a) la educación como preparación, es decir, la perspectiva de considerar a los niños como candidatos a adultos; b) la educación como desenvolvimiento, en la cual el crecimiento y el progreso son contemplados como aproximaciones a un objetivo invariable (Hegel, Froebel); c) la educación como adiestramiento de las facultades, fundada en la teoría de la disciplina formal (Locke); d) y, por último, la educación como formación (Herbart), que supone un avance respecto de la teoría de las facultades innatas, pero que ignora la existencia de un ser vivo con funciones activas y específicas.


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